Una lata de café frío que no es cualquier agüita negra. Aquí hablamos de café bien cuidado, frío pero de corazón calientito. De cuerpo medio y textura untuosa, con acidez bajita y evocación que te lleva de paseo: chocolate, cáscara de cítricos y un toquecito especiado. Dale un traguito directo (con el meñique bien levantado, obvio), mézclalo con leche o suéltalo sobre helado de vainilla pa’ un affogato de campeonato. Porque este no es café de oficina triste, es cafecito bien hecho, frío y listo pa’ la acción.

Desde hace más de dos años hemos estado trabajando en una solución para los problemas del coldbrew embotellado, especialmente el índice bacteriano que aparece al romper la cadena de frío. Este y otros cuestionamientos —como la practicidad e higiene del producto— nos llevaron a considerar el enlatado como una alternativa más segura y eficiente.

A partir de ahí comenzamos un proceso largo y técnico para encontrar un PUNTOMEDIO: ni mucho gas, ni mucha pasteurización, para que el sabor del café se mantuviera fiel a su origen. Con el apoyo de un laboratorio, probamos múltiples fórmulas, algunas desagradables, incluso riesgosas, hasta llegar a una versión apta para consumo y con buen perfil sensorial.

Una parte clave del cierre fue el diseño de la etiqueta, realizada por Renata. En su primera impresión tuvo un fallo de origen, por lo que terminamos etiquetando a mano, una por una. En este proceso participaron Charo y Nico, quienes se encargaron de que cada lata saliera lista.

El producto se lanzó como preventa el jueves pasado. Hicimos un tiraje de poco más de 600 latas; al día de hoy quedan menos de 250, sin haber hecho aún un anuncio formal.

Gracias a la comunidad y a quienes colaboraron en este proceso. Con este lanzamiento, presentamos el primer coldbrew enlatado de la región que es trazable, transparente y resultado de un trabajo colectivo.

Recuerda, el café no surge en la taza sino en el campo.

Seguimos, larga vida al café y a la autenticidad.
El vicio, ahora en lata.