Directorio de Productores
Arábica Colimota, Colima
Colaborando desde 2022
Arábica Colimota surge como un proyecto de Hugo. Al entender las problemáticas de otros productores de Colima, decidió generar una red de productores a quienes asesora en el manejo de sus huertas y compra su cereza a precio justo para procesar y comercializar sus cafés. Actualmente, el proyecto trabaja con productores de Colimota, Nayarit, Colima, Jalisco y Michoacán.
La finca tiene 37 hectáreas, de las cuales 29 son aprovechadas para el cultivo del café; es un pedacito de bosque mesófilo de montaña ubicado a 12 km de un cráter, por lo que cuenta con suelos ricos en materia orgánica y minerales. El equipo de Arábica Colimota está conformado por diez integrantes fijos y otros ocho eventuales. La cosecha se hace a principios de enero en las zonas bajas, y en las altas a mediados de abril. Los protocolos de sus procesos, por su parte, están influenciados por las prácticas que realizan otros productores, sin mencionar que el 99% de los mismos son cafés naturales.
En el futuro, a Hugo le gustaría poner en práctica actividades que garanticen la sustentabilidad de su finca, y así dejar un legado a las futuras generaciones que deseen producir cafés de alta calidad en las montañas de Colima.
Kú55send, Oaxaca
Colaborando desde 2020
Maricela Pérez, hija de productores de Guadalupe Miramar, en Yucuhiti, es la fundadora de Kú55send, una empresa tlaxiaqueña caracterizada por la sencillez, el amor y el respeto por el trabajo de campo que colabora con familias productoras de café de los municipios de Santa María Yucuhiti y Santiago Nuyoó. ¿Su meta? Enaltecer el trabajo de los productores asesorándolos para que reciban lo justo por su labor y darle difusión al café oaxaqueño, garantizando la calidad de los procesos del café.
Hoy, Kú55send trabaja con 25 familias cuyos productores van de los 18 a los 85 años de edad, por lo que estar en sinergia con todos ellos es esencial para que exista un flujo constante de retroalimentación, que es también la manera en la que la empresa ha logrado estandarizar sus procesos. La producción de los granos se da a una altura de 1400-2000 msnm en zonas húmedas donde podemos encontrar distintos tipos de vegetación.
En Kú55send el trabajo en equipo es lo que los conduce hacia delante, y ese movimiento no está impulsado más que por el amor a esta profesión. Es por ese amor genuino que hoy Maricela, con sus propios recursos, está rescatando la labor de sus abuelos.
Finca La Joya, Veracruz
Colaborando desde 2022
Samuel y Gloria, de 46 y 36 años respectivamente, siempre han estado rodeados de lo que ellos llaman “ese maravilloso fruto”. El campo, la tierra, y el café son parte de sus raíces. Como ellos, sus abuelos fueron productores de café, pero su reconexión con ese amor por su cultivo ocurrió hasta hace algunos años cuando, en el 2017, en un espacio de 30 hectáreas, deciden fundar la finca La Joya en la región de las Altas Montañas del municipio de Ixhuacán de los Reyes, en el centro de Veracruz. Así, ésta nace como un proyecto dedicado a la producción y procesamiento de cafés de alta calidad, así como al desarrollo de un sistema de policultivos que, hasta el día de hoy, ha favorecido tanto la diversificación ecológica y económica como la seguridad y soberanía alimentaria de sus productores. Actualmente cuentan con cinco trabajadores permanentes y veinte eventuales, presentes principalmente entre enero y mayo, su temporada de cosecha.
Su ubicación al norte del continente en el paralelo 19, junto con su elevación promedio de 1420 msnm, hace posible su clima templado (con una temperatura promedio de 17°C y una precipitación pluvial media anual de 1,650 milímetros) y que pueda coexistir en armonía con los ecosistemas de la región, como lo son los bosques de montaña de encino-pino y principalmente los bosques de neblina o mesófilos, uno de los ecosistemas más biodiversos y amenazados del planeta. No obstante, estas amenazas a la vida natural, junto con la falta de información y el acceso limitado a los pocos documentos existentes sobre el campo, han sido la causa principal de las dificultades que Samuel y Gloria, así como los demás trabajadores de esta finca, han enfrentado. Sin embargo, ellos continúan creyendo en la importancia de que la academia y el campo hagan las paces, de dignificar el trabajo de campo para que se pueda llevar una buena vida siendo agricultores. “Debemos sentirnos orgullosos y comprometidos con el agro y todo lo que eso significa”, nos expresan. He ahí una de las razones por las que la constante experimentación es uno de los rasgos que más los caracteriza y la razón por la cual el proceso natural es el que más les apasiona: no sólo por los retos que representa, sino porque para ellos justamente esa experimentación y la constante búsqueda de innovaciones es la forma más pura de entender el trabajo de campo. Así, además de prepararse su café con mucho cariño en su V60 y disfrutar de un buen espresso, Samuel y Gloria continúan queriendo mostrar y compartir su trabajo con otros productores y con todos aquellos que quieran acercarse a la finca La Joya.
Finca Manto Niebla, Oaxaca
Colaborando desde 2020
Los hermanos Francisco y Sofía Villareal, un ingeniero agrónomo y una pediatra, entraron al mundo del café por suerte. En diciembre del 2015, decidieron adquirir Cerro Espino y construir un vivero con semilla seleccionada. ¡La finca es hermosa! Son 40 hectáreas de las cuales han desarrollado 25. Es una zona sísmica y con huracanes por lo que ya han enfrentado “varios descalabros”, pero han podido seguir adelante. Siembran bajo sombra con diferentes árboles, plátanos y vegetación en suelos Chernozem y Feozems, y cosechan a mediados de diciembre. Su equipo está conformado por Ramiro, Misael, Evelio (Bello), Santos, Hermilo, Pedro, Marcos, Omar, Teódulo (Yoyo), Iván, Daniel, don Miguel, Nancy y Lili.
El principal objetivo de Pancho y Sofía es hacer de su finca un referente en el mundo del café, desde la relación que mantienen con su equipo hasta el ejemplo que es su trabajo duro. Para ellos es muy importante transmitir su filosofía en un lugar sumamente tradicional donde las nuevas generaciones ya no quieren dedicarse al campo. “Somos novatos en este mundo”, expresan, “y como tales experimentamos, innovamos y tratamos de llevar el Typica Pluma a un gran nivel”. “Si eres productor, ama tu finca, su proceso… lucha por un producto de calidad y no te rindas nunca”.
Finca Santa Cruz, Chiapas
Colaborando desde 2020
Para Pepe Argüello, la relación con el café comenzó a echar raíces desde niño. Lo que en sus primeros años era una obligación se convirtió en un siempre querer ofrecer experiencias únicas. Así, en noviembre del 2014, Pepe adquirió 25 de las 250 hectáreas de la finca Santa Cruz. Para el 2016, ya cosechaba 200 sacos de grano y había reproducido dos hectáreas más de geshas, además de adquirir la totalidad de la finca. Desde entonces, ésta cuenta con 98 hectáreas sembradas y una producción de aproximadamente 1,200 sacos de café.
Ubicada a una altura de 1,300 a 1,700 msnm, la finca Santa Cruz se haya rodeada de un bosque de niebla, una gran cantidad de orquídeas y árboles milenarios. Ahora bien, a pesar de las condiciones que han afectado su acceso, como los deslaves o el aumento en el costo de los insumos, desde el primer año de cosecha, Pepe y su equipo han generado protocolos de los diferentes procesos, quedándose con los mejores. Aún hoy Pepe conserva su deseo de desarrollar cafés extraordinarios y consistentes, además de capacitar a aquellos que quieran dedicarse a producir cafés de especialidad desde un sistema consciente que valore el grano. “Siempre sigan sus corazonadas”, nos aconseja Pepe, “hagan la diferencia con lo que ofrecen al mundo; aún hay mucho por descubrir en el mundo del café”.
Finca Chelín, Oaxaca
Colaborando desde 2020
Cuando Enrique López pisó por primera vez la finca Chelín en el 2013, nadie había vivido o trabajado ahí en más de una década. Sin embargo, su visión era simple: producir el mejor café mexicano en armonía con la vida natural de la región en un lugar que fuera un tributo a su madre Graciela y a los más de cien años que su familia le ha dedicado al cultivo del café. Los lotes que ha producido esta finca dan testimonio de la visión de Enrique y del éxito que ha alcanzado tras más de veintidós años desarrollando nuevos perfiles sensoriales, así como del fruto que han dado tres decisiones cruciales: no cortar ninguno de los árboles frutales que dan sombra al café, complementar las variedades de café que ya existían en la finca con otras de alta calidad, incluida la Geisha, y no dejar de experimentar con la fermentación, el lavado y el secado del café, lo que ha llevado a Enrique a manejar veintidós diferentes procesos postcosecha. Por supuesto que llegar hasta aquí no ha sido sencillo. Sin embargo, la innovación se halla en el centro del trabajo de Enrique y en el de las 45 personas que lo apoyan tanto en la temporada de cosecha (de enero a abril) como el resto del año.
E-Café, Chiapas
Colaborando desde 2019
Las Chicharras, ubicada en Jaltenango, en el municipio de Ángel Albino Corzo, es la primera finca de E-café, un emprendimiento que busca generar lazos con diferentes fincas de Chiapas para apoyar a sus productores en el cultivo y exportación de café de especialidad, así como involucrarse en proyectos sociales. Su visión es trabajar en conjunto con productores chiapanecos para mejorar la calidad del café y, de esta manera, combatir la pobreza a largo plazo. La finca Las Chicharas es, en este sentido, la primera puerta abierta para E-café, una que le ha permitido caminar hacia su objetivo al convertirse en una fuente estable y controlable de café. Ésta cuenta con 150 hectáreas y se halla a una altura de 1250-1600 msnm. Sus varietales son Bourbon, Catimor, Guacamaya, Marsellesa y Maragogype, y su proceso, el lavado.
Finca El Pantano, Michoacán
Colaborando desde 2020
La historia de Javier Jiménez con el café comenzó hace seis años cuando, en un viaje a Viena, probó un lavado de Guatemala en un flat white. En ese momento descubrió el potencial que tienen las frutas bien procesadas. Poco a poco se fue dando cuenta, además, de que las industrias del aguacate y berries encarecen y escasean la mano de obra y propician la falta de interés por el cultivo y procesamiento del café. Así, la finca El Pantano surge como huertas de aguacate con subcultivos de café en Tacámbaro, Michoacán. Javier trabaja con decenas de ranchos y rancherías de varias comunidades con decenas de hectáreas de bosque y aguacate. Cada productor cosecha su cereza y él, junto con otras dos personas por hectárea, la acopia y procesa para su cultivo en aproximadamente cinco procesos fijos.
Javier es un productor que busca crear el primer beneficio seco con laboratorio en Michoacán y desarrollar desde vivero y campo los mejores cafés de México. La experimentación y la constante preparación están en el núcleo de su visión a futuro y es desde ahí desde donde nos dice: “Aléjate de las trasnacionales y cuestiona todo; lucha por tus ideales y no te rindas”.
Finca Pocitos y Huehuetepan, Cosautlán de Carvajal, Veracruz
Colaborando desde 2022
Carlos Cadena es un productor de quinta generación que ha pasado prácticamente toda su vida andando entre las matas. Siempre innovando, siempre buscándole algo al café, ya sea en su proceso, tueste o brew, que lo haga sobresalir… busca esos detalles que lo hagan diferente. Sabe que aún hay mucho camino que recorrer, que hay que seguir procesando y trabajando con variedades nuevas con sabores diferentes, pues para él, mantener la calidad en sus cafés es el objetivo diario.
La finca casi siempre hay entre seis y diez personas trabajando en ella. La cereza se corta en diciembre y uno de los principales problemas que enfrentan es la roya. Sin embargo, todas las personas involucradas en este proyecto tienen el compromiso de seguir trabajando arduamente y estar en constante capacitación a través de cursos y del tueste y la cata de todos los lotes experimentales que se llevan a cabo de cada variedad hasta llegar a los perfiles que más les gustan. Es así como llegaron a sus procesos actuales. Cada variedad tiene su propia receta y nos brinda sabores, texturas y fermentaciones distintas. Es por esto por lo que la recomendación que Carlos Cadena le ofrece a las nuevas generaciones es aprender a catar y catar todo: “sin duda apostarle a la calidad hace la diferencia”.
Finca Fátima, Veracruz
Colaborando desde 2019
Finca Fátima, ubicada en Coatepec, Veracruz, es un espacio familiar de 16 hectáreas cultivadas. Su historia comienza alrededor de los años setenta, cuando Genoveva, la abuela del productor Ernesto Pérez, de 29 años, la adquirió. Ya para ese momento la finca contaba con cafetales muy antiguos de typicas, y para el 2010, su padre Ernesto la renovó plantando variedades como borbon, caturra, garnica y, tiempo después, marsellesa. Es así como el mundo del café ya rodeaba la vida de Ernesto Pérez, quien pasó de sólo disfrutar de una buena taza de café y espressos todos los días, a unirse al negocio familiar y convertirse en productor.
Normalmente la finca cuenta con diez personas que colaboran fuera del tiempo de cosecha y con 50 a 100 durante ésta. La cereza se recolecta cuando obtiene su característico color uva, es decir, cuando está en su grado óptimo de maduración. Sin embargo, como en toda finca, el equipo de Ernesto se enfrenta constantemente a enfermedades, plagas, falta de mano de obra, sequías y heladas que dificultan el trabajo durante el año. “El campo es duro”, nos dice Ernesto, “pero, el café tiene mil lecciones de las que puedes aprender y es fascinante. Nunca me arrepentiría de ser parte de este bello negocio”. Es esta perspectiva la que ha llevado a Ernesto a pensar a largo plazo, a cultivar relaciones duraderas y a hacer proyectos trascendentes. Hoy, la finca Fátima es ganadora de dos premios internacionales de Taza de Excelencia y ha logrado destacar con cafés de indudable calidad. Actualmente se cultivan las variedades gesha, SL34, ethiopes, typica, garnica y marsellesa, pero Ernesto aspira a continuar explorando otras especies como robusta e, incluso, tostar y abrir una barra de café en el futuro.
Finca Púrpura, Las Adelitas
Colaborando desde 2022
Montserrat Olvera Garrido, de 35 años, es maestra en ciencias del desarrollo rural de formación, y campesina innovadora, revolucionaria, irreverente y feminista por amor. En su historia de vida, el campo siempre ha marcado su camino, así como lo hizo también con el de sus abuelos y, a partir de su trabajo como extensionista entre el 2014 y el 2018, su interés por no sólo capacitar a las personas, sino por tomar las riendas de “la pequeña huerta”, como le llama su abuelo, y llevarla al mercado de los cafés de especialidad se volvió más fuerte. Así, cumpliendo con su deseo, Montse hereda la finca y, desde el 2017 en adelante, la ha convertido en un lugar de producción de café de especialidad sostenibles, logrando llegar a sus procesos actuales gracias a su enorme amistad con el productor Enrique López, quien capacitó a los trabajadores de la finca en las nuevas fermentaciones, y con el agrónomo y tostador en formación José Juan Cabrera Lucas, de quien también han aprendido mucho.
La finca Púrpura, que se extiende hacia los límites de la sierra norte de Puebla, es de 2.5 hectáreas y se encuentra en Tenango de Doria, Hidalgo, entre los 1,400 y 1,600 msnm. En todo el municipio hay una gran diversidad de climas: Tenango es semicálido-húmedo en un 10.73%, templado-húmedo con lluvias todo el año en un 48.04%, templado-húmedo con lluvias abundantes en verano en un 31.86%, templado-subhúmedo con lluvias en verano en un 0.82% y semifrío-húmedo con abundantes lluvias en verano en un 8.55%. Además, la temperatura promedio mensual en la cabecera municipal oscila entre los 14°C en diciembre y enero, que son los meses más fríos, y los 19.5°C en mayo, que es el mes con las temperaturas más altas. Sin embargo, la estación meteorológica de Tenango de Doria ha estimado, tras 34 años de observación, que la temperatura anual promedio en el municipio es de aproximadamente 16.9°C. En cuanto a la flora y fauna de la finca, podemos encontrar una vegetación compuesta por eucaliptos, encinos, ailes, liquidámbares, árboles exóticos de durazno, lima y pera, y una gran variedad de plantas medicinales usadas para remedios caseros, así como gallinas, conejos, tlacuaches, ardillas, ranas, peces de manantial y aves de paso.
El día de Montse comienza con un filtrado por lo mañana y un desayuno en familia con las “lulas” (gallinas), sus dos hermosos perros con orejas de conejo, el abuelito José Isaías, la abuelita Mayra, Amaya, Jibrán y José Juan. A medio día le tocará un espresso, pero su trabajo en la finca es arduo. Montse siembra geishas y marsellesas con su familia, y constantemente renueva cafetales. La cosecha comienza en enero y termina en abril, época en la que afortunadamente cuentan con hasta 15 personas que los apoyan. Mas esto no los exenta de varias dificultades cotidianas: debido a que tienen acceso limitado a la parte de la finca donde llevan a cabo sus procesos, viajan dos horas con costales de cerezas recién cortadas diariamente, sin mencionar que el clima no les permite tener procesos tan cortos. Sí, el trabajo abunda y pesa mucho, pero a pesar de todo ello los ideales de Montse siguen intactos, pues nunca deja de poner los derechos humanos antes que la materia prima. Su convicción la ha llevado a continuar produciendo granos de alta calidad, pero también a visualizar objetivos sumamente nobles y admirables: fundar, en un futuro cercano, una escuela campesina de café donde las mujeres puedan aprender sobre la calidad y el cuidado del medio ambiente y el territorio; una escuela donde sus derechos sean su bandera de lucha. Aprender, además, a narrar historias y hablar sobre los proyectos de mujeres campesinas en el mundo del café a través de medios digitales, y fundar su propia barra en su “tierra hermosa”, como expresa ella, para servir café y disfrutar de una lectura de poesía, o incluso política y feminismo, mientras continúa apoyando el sueño de Juan de tostar cafecito para todas ellas. Así, desde el umbral de todos estos sueños, Montse nos dice: “Caminemos de la mano en una comunidad de producción y consumo consciente, sororo, visible, sostenible y solidario”.
Finca Coyametla, Veracruz
Colaborando desde 2023
La historia de Finca Coyametla comienza en 1830, cuando en la hacienda en la que se ubica se inició a cultivar caña para hacer aguardiente. Ya para 1960, se comienzan a sembrar las primeras plantas de café que darían origen a este proyecto. Actualmente es manejada por Alexia Zavaleta Guraieb de 30 años, quien pertenece a la sexta generación de cafecultores de su familia. Hace unos años comenzó a interesarse por los procesos de especialidad cuando descubrió un nuevo gusto por aprender sobre cafés no convencionales, pues cayó en cuenta de que implicaban más compromiso y calidad al momento de elaborarlos, además de disfrutar enormemente sus sabores en las tazas que probaba. Fue así como empezó a aplicar los procesos que poco a poco fue aprendiendo a su café.
Finca El Río, Puebla
Colaborando desde 2023
Gema Magali Posadas, de 44 años, pertenece a la tercera generación de productores de café en su familia. Durante toda su vida, su madre fue un ejemplo para ella, pues le enseñó a trabajar con amor y a dar lo mejor de sí misma. Le enseñó el amor por el campo y la manera en la que ella aprendió de sus padres a cultivar el café. Gema es una persona inquieta, perseverante, curiosa. Y esto la ha llevado a preocuparse por cultivar café de calidad mientras se empeña en ayudar a mejorar la vida de la gente que trabaja en el campo, de los productores de la zona y de las mujeres que ayudan a seleccionar el café cuando la temporada lo requiere.
La finca, ubicada en Totutla, Huitzilan de Serdán, en Puebla, a 1,200 msnm, la adquirió la familia Posadas en 2001, y desde entonces ésta se ha dedicado a mejorar sus procesos mediante cursos y mucho interés propio. El terreno está rodeado por una exuberante vegetación y por árboles centenarios. En éste habitan armadillos, tejones, tlacuaches, zorros y pájaros; además, por la finca corren las aguas del río Cuxateno. La finca mide 3 hectáreas con una ocupación de 2.5 de producción, y dentro de la misma hay un 60% de la variedad marsellesa y 40% de típica, así como árboles de duraznos, naranjas, limas, limones, chalahuites y plátanos que ayudan a mantener la sombra. De esta forma, a pesar del exceso de calor o frío, la pizca de cereza comienza en diciembre y termina en marzo, y la familia Posadas cuenta con la ayuda de hasta 16 personas en esta temporada.
En el futuro, a Gema le gustaría continuar ayudando a mejorar la calidad de vida de su familia y las personas de su comunidad. Para ella, no importa la edad que tengamos, siempre es posible alcanzar nuestros objetivos: “Ya sean hombres o mujeres, jóvenes o adultos, todos pueden lograr sus metas si nunca se dan por vencidos. En el campo todo se puede, sólo se necesita trabajar con mucho esmero, constancia, preparación y dedicación”.
Finca Tenanalco
Colaborando desde 2023
Esta finca, cuyo nombre en náhuatl significa tierra materna, originalmente fue un terreno abandonado donde, eventualmente, se comenzó a sembrar maíz y caña de azúcar. Sin embargo, su historia cambió cuando hace 16 años el productor Javier Islas Moreno, de 47 años, pudo comprarlo con el fin de cultivar café de manera tradicional. Así, para el 2017, le fue posible renovarla con variedades que toleran la roya del cafeto.
La finca, que cuenta con 2.7 hectáreas, se encuentra cerca de la casa de Javier, y para llegar a ella se debe atravesar el río Cuxateno, pues una parte del terreno colinda con este arroyo. Su inclinación es moderada y el suelo es un poco pedregoso. Además, debido a que anteriormente era un lugar donde se cultivaba maíz y caña, tiene poca sombra, pero desde el 2019 Javier ha trabajado para poder sembrar diversos árboles que pronto contribuirán con ello. En cuanto a la recolección de la cereza, ésta se lleva a cabo de enero a abril gracias a la ayuda de otras cinco personas de la comunidad que prestan se suman al proyecto en tiempos de cosecha. Se corta la cereza madura, se pasa a una zaranda para clasificarla por tamaño, se despulpa y se deja fermentar en un tanque de concreto recubierto con loseta; después de 36 a 48 horas se lava el café a dos aguas.
Es por esto por lo que Javier está sumamente interesado en no sólo continuar con la tradición familiar de cultivar café, sino en ofrecer constantemente capacitaciones en su localidad y continuar aprendiendo él mismo sobre los distintos procesos que puede llevar a cabo para mejorar su café e ir adecuando su espacio y maquinaria a sus necesidades. En un futuro, a Javier le encantaría tener lotes de especialidad a mayor escala y más adelante crear una marca de café que le permita tener un mercado más amplio. “Que no se les olviden sus raíces, sigan cultivando la tierra y vean lo ricos que somos. La naturaleza nos da mucho entonces debemos saber cuidar y aprovechar todos nuestros recursos”.