Café de acidez media cítrica y cuerpo alto. Sentirás una textura untuosa, café balanceado que evoca a lima-limón, té verde, frutos secos y piloncillo. El sabor residual nos recuerda a un avellana.

El nombre de la finca Ateixco proviene del náhuatl, donde “At” significa agua y “Eixco” se refiere al lugar donde ésta circula. Juntos, forman un significado profundo: “lugar donde circula el agua”. Este nombre no solo refleja la conexión de la finca con la naturaleza, sino también la fluidez y dedicación que Don Juan ha puesto en cada grano de café que cultiva.

En la comunidad de Totutla, donde el café es parte de la vida, Don Juan es un digno representante de la tradición cafetalera. Nacido en una familia dedicada al cultivo del café, creció viendo a sus padres realizar solo el corte y la venta del fruto en cereza. Durante años, él siguió el mismo camino, pero su inquietud lo llevó a buscar algo más.

Con visión y pasión, Don Juan dio un paso adelante y comenzó a procesar el café por sí mismo, implementando técnicas como el despulpado, desmucilaginado, fermentación, lavado y secado. Este cambio no solo marcó el inicio de su transformación como productor, sino que también despertó en él una nueva pasión: la producción de cafés de especialidad.

Desde hace tres años, Don Juan se ha enfocado en perfeccionar su técnica, logrando que su café no solo destaque en sabor, sino también en calidad. Su dedicación lo ha llevado a participar en concursos de calidad de taza, siendo reconocido a nivel nacional.

La visión de Don Juan es clara: ofrecer un café de especialidad que refleje su compromiso con la calidad. Con un manejo meticuloso en cada etapa del beneficio, busca superar los estándares actuales y posicionar su finca como un referente de excelencia.